El
feudalismo es el sistema social, económico y político que se desarrolló en
Europa, principalmente entre los siglos IX y XII. Como término genérico, el
concepto de feudalismo se aplica a la relación de vasallaje, por la que se
instituían obligaciones mutuas entre un señor y un vasallo.
Sin
embargo, el feudalismo no sólo se manifestó en esta relación, sino que
constituyó el eje de la organización política y social de Europa occidental
durante toda la Edad Media, y que en algunas zonas se prolongó, al menos en sus
ámbitos económico y social, durante parte de la Edad Moderna.
El
feudalismo europeo fue, en esencia, consecuencia de las grandes invasiones
germánicas sobre el mundo romano, las cuales condujeron a la fusión de dos
sociedades (la romana y la bárbara) colocadas a niveles culturales
profundamente distintos, alterándose ambas y determinando la aparición de
nuevas instituciones..
La casi
desaparición del imperio amenazó con sumir a Europa en una situación de anarquía,
en la que se dieron transformaciones generales de tipo económica, social y
política: decayeron las ciudades, disminuyó el comercio internacional, se
redujo el uso de la moneda y la tierra quedó como la principal riqueza.
También, se produjo la pérdida de autoridad de los poderes centrales y el
desaparecimiento de la organización burocrática.
Frente
a este escenario, los reyes dejaron en manos de los condes y marqueses la
defensa de sus territorios. Y la población asustada vio que estos nobles eran
su única protección. Así se formo el feudalismo
Normandos, vikingos y húngaros
En el siglo IX, Europa fue víctima de nuevas invasiones. Desde
el norte arribaron los normandos y los vikingos, quienes tras asolar los
puertos remontaron hacia el interior del continente.
Las primeras incursiones normandas tuvieron lugar ya durante el
reinado de Carlomagno, pero las más importantes invasiones se produjeron en la
segunda mitad del siglo IX.
Los vikingos (divididos en suecos, daneses y noruegos),
procedentes de Escandinavia, aparecieron hacia el año 800 en distintos puntos
de Europa. A estos ataques se sumaron los húngaros, pueblo de Asia Central, que
se abatieron sobre Europa siguiendo la ruta de los hunos hasta el río Danubio,
y desde aquí marcharon hasta Francia.
Los reyes carolingios fueron incapaces de defender a sus
súbditos. Entonces, los nobles construyeron castillos y fortalezas; las
ciudades volvieron a ser amuralladas y los caminos se tornaron peligrosos.
Todos anhelaban protección y esta solo podía ser entregada por los nobles.
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