Los Califatos
Cuando Mahoma murió no dejó ninguna
regla para el futuro gobierno de la comunidad musulmana. Fue entonces elegido
su Abu-Bekr con el título de califa (sucesor del Mensajero de Dios). Después,
todos los sucesivos gobernantes fueron llamados califas suegro.
La conformación de los califatos
Mahoma no dejó herederos varones que le sucedieran
en el poder, situación que generó una crisis política que solo pudo ser
resuelta con la elección de Abu-Bekr, suegro del profeta y encargado de dirigir
la oración como primer califa (título de los príncipes sarracenos sucesores de
Mahoma). Antes de morir, Abu Bekr designó a Omar ibn al-Jattab, quien fue
asesinado diez años más tarde. Le sucedió Otmán ibn Affan de la familia omeya,
que ocupó el poder hasta el año 656, cuando también murió asesinado.
Finalmente, Alí ibn Abu Talib, yerno de Mahoma, asumió el califato. Con los
primeros cuatro califas, denominados legítimos u ortodoxos, la religión
islámica inició su expansión y, como ya dijimos, las regiones de Siria, Persia
y Egipto fueron las primeras en ser conquistadas.
Califato Omeya
Se extendió entre los años 661 y 750. Durante este
califato se trasladó la capital islámica desde Medina a Damasco, creándose una
realeza árabe. Se introdujo el principio de que cada califa, antes de fallecer,
debí Califato
Abasida.
Cuando asumió este califato, la capital del imperio
musulmán se trasladó a Irak, específicamente a Bagdad. Los abasidas, que eran
descendientes de Abas, tío de Mahoma, se convirtieron en los restauradores de
la tradición musulmana, que supuestamente había sido traicionada por los
omeyas. La época de mayor desarrollo de esta dinastía correspondió al período
de Harún al Rashid, cuando Bagdad se convirtió en el centro de una intensa
actividad cultural que influyó en el desarrollo de la civilización cortesana y
urbana del Islam. Asimismo, fue una época de gran prosperidad intelectual y
comercial.a nombrar a su hijo como heredero.
Califato Omeya de al-Andalus
Así se conoce la zona de ocupación musulmana en la
Península Ibérica, que abarcó desde el siglo VIII hasta finales del XV y llegó
a comprender gran parte del actual territorio español. Entre los años 756 al
929 se sucedieron ocho emires, hasta que Abderrahman III decidió fundar un
califato y declararse Emir al-Muminin (príncipe de los creyentes), lo cual le
otorgaba, además del poder terrenal, el poder espiritual sobre la umma o
comunidad de los creyentes. Este califa y su sucesor al-Hakam II, supieron
favorecer la integración cultural entre bereberes, árabes, hispanos y judíos.
Más tarde, la división se hizo presente en
al-Andalus, pues todas las grandes familias árabes, bereberes y muladíes
quisieron tomar el poder; surgieron entonces en distintos lugares los taifas,
que se erigieron como dueños de los principales reinos musulmanes.
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